Amante del rey Alfonso XI el Justiciero, Leonor de Guzmán Ponce de León fue una de las mujeres más influyentes de la Baja Edad Media, ya que con este rey castellano fue compañera y madre de diez hijos ilegítimos, y actuó durante sus veinte años de relación con el rey como una reina de hecho. Su hijo Enrique, hermano gemelo del primogénito Don Fadrique, iniciaría la dinastía Trastámara al asesinar a su hermanastro e hijo legítimo de Alfonso XI, Pedro I, apodado el Cruel.
Viuda a los 18 años
Doña Leonor de Guzmán pertenecía a una de las casas aristocráticas más importantes de Castilla y se cree que nació en Sevilla de cuya ciudad fue alcalde su abuelo. Su padre era Pedro Núñez de Guzmán y su madre Juana Ponce de León. A su linaje familiar pertenecieron personajes tan emblemáticos como Santo Domingo de Guzmán o Guzmán el Bueno y los Ponce de León por parte de madre, señores de Canga. Como todas las mujeres nobles, su familia le buscó un buen esposo, Juan Velasco con el que casó a los 14 años, del que a pesar de no haber escogido, estaba enamorada. Pero su felicidad duró sólo tres años al morir aquel y esta enviudar con tan solo 18 años sin haber tenido hijos.
La bella amante y la adusta esposa
Un año después, a los 19, Leonor conocería al que ya era rey de Castilla, Alfonso XI, que estaba casado con su prima, María de Portugal. Debido a su cercano parentesco necesitaron una dispensa papal para poder contraer un matrimonio que nunca gozó de felicidad. María era una mujer de duro carácter, adusta, y, parece ser que poco agraciada. Alfonso se había tenido que casar con su prima cuando ya conocía el amor de manos de la bella e inteligente Leonor. De hecho, ya tenía con ella varios hijos.
Ante esta situación, el rey no tuvo inconveniente en mantener dos casas y dos familias durante toda su vida. Pero mientras María, quien sólo le dio un hijo legítimo, el futuro Pedro I, quedaba relegada de la vida política y de la corte, Leonor actuaba como si fuera la reina de verdad.
Tal y como afirma María Jesús Fuente, Leonor recibía honores de reina y se comportaba como tal; no fue una reina “de derecho” pero sí lo fue “de hecho”. A excepción de algunos actos en los que sí que aparecía la reina oficial, Leonor participó en los asuntos públicos y privados del rey con total normalidad.